20.12.11

Te entiendo en los días


Y aquí

el equipaje abierto,

el diario de guerra

de nuestras vidas improbables.


una ciudad tras otra,

la misma ciudad,

en cadena,

con las cabinas quemadas,

con los buzones vacíos.


la colegiala que grita con otras colegialas.


el viajero que miente

al teléfono.


el parado que se despierta tarde

y le roba tiempo al destierro y el bar.


los tacones sucios de la cajera con estudios.


la separada joven que se volverá a separar.


las sonrisas de envidia en el ascensor

de una oficina.


los comercios en calles sin corazón.


los hoteles de dos horas.


las alianzas en los bolsillos

de una chaqueta nueva.


(Y ya no te hablo de la soledad

o del dolor.)


Te hablo solo de mi vida.


el teatro de cada día.


el telón que siempre está por caer

entre flores amargas.


Fueron días de lluvia.


pero también hay un beso en el Arco de Cuchilleros.


también un viaje pendiente a Granada.


también un poeta que ha encontrado

una chica a la que escribir poemas.


la música de un verso,

un libro de Herman Hesse sobre la cama.


Entender.


que fueron días de lluvia

hasta tus labios ahora.


Que de toda esta niebla

has salido tú.


el equipaje ya cerrado,

el diario de paz

de nuestras vidas improbables.


Te hablo solo de mi vida.


Que de toda esta niebla

has salido tú.

© Pedro Letai

2011

15.12.11

Tú ya lo has comprendido (Diario de un Madrid que quiere ser Miami)


I


Contigo lejos

en nuestra casa ya no duerme la vida,

la puerta se confunde al no ver el paseo de tu cuerpo desnudo,

los minutos no son más que errores,

la esperanza es un timbre que nunca suena

y el otoño de mi ciudad es una orquesta desafinada.


En la buhardilla el cielo es un crucigrama

en el que yo escribo tu nombre juntando gaviotas,

y la calle,

abajo,

es una queja que atardece.


II


Espero que vuelvas a nuestra casa antes de que la lluvia

tiña azules los ventanales.

Que traigas en los labios pintado el lunar de siempre,

que no hayas perdido esta vez ningún sombrero,

que vengas vestida de ti,

que vengas vestida de esa chica que bebía vino blanco.


Porque esta casa no parece la misma. Se hace raro el silencio

deambulando por las habitaciones,

el corazón a la intemperie,

el corazón en vilo,

el silencio raro,

qué raro el corazón.


III


Vuelve a mi, crece en mis ojos como el amor a veces,

como a veces la vida.


Que en la calle se vacíen los autobuses,

que en los callejones nadie encuentre una salida

o que ardan las altas torres y nadie diga esta boca es mía.


Pero que el desencuentro duerma en otro lado,

que enciendas con tus besos mi alumbrado,

que vuelvas, te digo, a mi vida.


IV


Quiero volver a viajar en tus ojos sin pagar billete

y ver cómo la tristeza se aleja despacio, malhumorada.

Quiero que diciembre me vuelva a hablar de ti,

y que el frío anuncie un bulevar solo para nosotros.


Porque diciembre no es como entonces, cuando estabas,

cuando era inquieto como un río con luna.

Ahora la corriente se ha llevado tu cara

y nada es como entonces,

y yo me digo que voy a estar bien, y acaso soy sincero,

y me digo que voy a estar bien.


Y, sin embargo, qué difícil.

Retorna,

vuelve de madrugada,

como cuando te escribí

que sin ti se me acababa el mundo ya.


V


Poco más, amor.

Y es que sin ti hay poco que escribir. Las frases dulces te buscan,

viajeras.

Y no estás.

Esto es lo que ocurre cuando no estás.

Esto es lo que ocurre cuando no estás aquí.

Esto es lo que ocurre hasta que llegas.

Tú ya lo has comprendido.

© Pedro Letai

2011