Mi necesidad
siempre madruga.
Y de tanto madrugar
casi le agarra la muerte
de los trenes y las tramas
mientras en la cama
yo no sabía
que de morir ella,
hubiera muerto yo también.
Mañana de suburbio
y frío
aquel marzo
para que
al pasar de los años
y las mentiras
me llenen
tus labios calientes
del que ha callado y sufrido
a la deriva.
Me deshiciste
de la luz oscura
y nos pusimos de acuerdo
en desnudar cicatrices.
En lamernos las heridas
del camino y los errores.
De la guerra
y las actrices.
En el lugar
del crimen
ahora viajamos
y ya no suenan
los teléfonos rotos
ni mi insomnio de agosto.
Solo las impertinencias
del cliché y la alta suciedad.
Solo la envidia
de los que nunca entenderán
que amar es distinto de aparentar.
Siete años de espera,
estrellado en las estrellas
aguardando tu señal.
Siete años de pena
tú, mi necesidad,
librando tu pelea
y yo amaneciendo mis días
esperando aquella escena
en la que mi vida
te dejara ver
y me regalara tus labios
esquivos a la muerte,
rehenes de mi amor,
pintados de russian red.
© Pedro Letai
2011
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