Un caso sencillo,
un camino,
un jardín,
un poema.
Un cigarro y las palabras.
Y tú,
tu mirada.
Un caso sencillo,
doce cervezas más tarde,
es una isla desierta
de la que no puedes huir
porque solo tú
te persigues.
Y si nadie más te persigue
no hay lugar a donde puedas huir.
Un camino,
diez años después,
es una carretera alumbrada
y sin corazón.
Azul, inmensa,
atroz, enjaulada.
Gritona, idiota.
Un jardín
de palomas y rosas blancas
es ahora un extremo concreto
de mi barrio vendido
al desaliento y al comercio.
Al bebercio y al negociado.
Y un poema,
entonces vómito de amor adolescente.
Luego un folio adulto
y frío como el infierno
más caliente.
Caliente como el cigarro,
que en el olvido
es ceniza
de lo que una noche
sentí que te dije
y ya no recuerdo.
Las palabras,
siempre las palabras,
que ya no son las de los dieciséis
ni son perfectas
ni nupciales.
Que ya no caben
en los huecos.
Que ya no besan
en los portales.
Y tú, y todos nosotros
que hemos perdido ya el brillo.
Muchas tormentas,
tantos asuntos personales.
Tanto cansancio,
tanta carretera, tantas ciudades.
Tanto que ni recordar tu cara
es hoy ya un caso sencillo.
© Pedro Letai
2011
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