Vi los tranvías azules
junto a las casas rojas
y el cielo gris
mezclado con el agua
de los canales.
Y aún así
nada era tan hermoso como tú.
Tenía tantas cosas que decirte.
Vi calles que se llaman Manhattan,
vi Budapest, la nieve sobre mi barrio,
las chicas más guapas
del otro lado del río.
Nada de eso importaba
si no llegabas tú.
Tenía tantas cosas que decirte.
Supe que mi única patria
debía ser nuestra verdad,
que nuestra playa sería el borde
del silencio.
Que las mañanas de aquellas noches felices
no eran más que las manos de mi cadáver.
Que si no alcanzaban tus besos
mis labios serían óxido
buscando el dulce de tu fiesta.
Tenía tantas cosas que decirte.
Aquella noche,
cuando llegaste,
yo tenía tantas cosas que decirte
que sentí que en mis poemas
ya había escrito tu vida entera.
Y que la mía
empezaba ahora,
y la pintarías tú.
Hola Pedro, mi blog cumple mañana un lustro, ¡sería lustroso que ta pasaras y dejaras un comentario en la entrada de hoy "Sin estanterías" ¿es mucho pedirte? gracias hermano.
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