Déjame convencer
a tu labio inferior
en la confianza
de un paseo
o una balada
de julio
para el deseo.
Deja que mi mirada
te mire
y te pida
que me dejes entrar.
Deja que mi saludo
nunca conozca
tu adiós
ni tu marcha,
ni que en mi prólogo
nazca tu final.
Deja que mis recuerdos
sean los tuyos
y después los nuestros
y de nadie más.
Deja que mi realidad
se abra a la tuya
y te abrigue
en tu estrecho frío.
Deja que mi cuerpo
sea nuestro abrazo y,
en fin,
que tu labio inferior
sea infinito
e inmedible
en mi boca
y mi hambre de ti.
Convéncete de
todo eso y
del azar
y mis pisadas,
que pisan
para serte estela
y que te sostengas
en mi.
© Pedro Letai
2011
simplemente gracias
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