Dónde estarán
tu principio
y mi final,
los recuerdos,
los presagios.
Dónde han quedado
ahora que todo esto
ha ocurrido
y es verdad.
Ahora que acabó
nuestro naufragio.
Ahora que te busqué
y encontré
en la noche
jugando a
la falsa casualidad
de tus labios separados
en mi realidad.
Y ahora tu luz
es luz mía.
Lo que yo buscaba
nunca lo encontré
y nunca estaba el amor,
que era fugacidad
disfrazada de otra cosa
para cada momento.
Para cada escena
de aquel
nuestro amargo,
largo lamento.
Y ahora tu nombre
es el mío.
Si te esperaba
de siempre
nunca lo sabré.
Si fuiste sorpresa
en el silencio
la bendeciré
y te seguiré
igualmente temblando
en cada víspera
de amarnos.
Y si lo tenías
todo planeado,
dulce loca,
no me enseñes
tus cartas
y deja que mi cuerpo
te siga acunando
y que mi alma
me susurre
cada madrugada
que al fin te siente
y me evoca.
Si ahora en tu principio
encuentro mi final,
dulce loquita,
no dejes
que esto termine
y escucha
mi corazón,
ése que de tu mano
palpita.
© Pedro Letai
2011
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