Leyendo a Raymond Carver
junto a la autopista
me da la impresión
de que no he hecho
otra cosa
en los días de mi vida.
Es así, tan sencillo.
Me siento en el suelo
y escucho lo triste
que es
el silencio sin ti.
Y finjo por una vez
que es verdad
lo que es verdad.
Sigo las luces
de los coches,
que me alejan
de ti
tras unos días
lluviosos.
Y veo la luna
reflejada
en los perros perdidos.
No encuentro ya
aquel túnel,
que unía tu corazón
con mis ruidos
bajo algún lugar
muy frío
que nosotros
calentamos.
Todo lo que
alguna vez
ha ocurrido
ha ocurrido
ya para siempre,
pero aquel invierno
de tu mano
me parece ya
una casa abandonada
o un incendio antiguo.
Que me sigue quemando
bajo los paisajes
de hielo,
etcétera.
© Pedro Letai
2011
Me gusta mucho. Carver también, al menos el antiguo. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Eduardo. Carver siempre es buena compañía. Y tú también, por aquí por el blog. Abrazos.
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