Cuando entonces mires los aires,
y te acuerdes de mi.
Cuando entonces tomes el camino
de siempre.
Cuando entonces veas la luz delgada,
la luz callada,
cuando entonces te sientas escrita
tantas veces y te dé por llorar.
Cuando entonces mi corazón no esté
donde está la verdad,
cuando entonces desde mi soledad sienta
que no supe decirte las cosas.
Cuando entonces los días sean un quejido
y sean, desde lejos, tu nombre.
Cuando entonces las nieblas sean
duras realidades,
el sol una ceguera,
la lluvia un vapor insoportable.
Cuando entonces hayan muerto tu fe
y tu esperanza,
cuando no te hagan sentido.
Cuando entonces nada más puedas hacer,
se acaba otro día, déjate caer dulce.
Cuando entonces el atardecer sea
como un ciego
y nos visite ella, claro,
la tristeza.
Cuando entonces llegue la noche
a tus manos y de ahí a tu olor,
y de ahí a tu aullido.
Cuando entonces ante una tormenta
ya no me encuentres para calmarme
y decirme –será fugaz-,
cuando entonces ya no me encuentres
en los poemas
de Robert Lowell,
cuando entonces ya no me encuentres.
Cuando entonces no puedas más
y necesites amarme
y salir de casa
y salir de todo
hacia un sitio olvidado.
Cuando entonces seas ruido de calle
date la vuelta y dame un beso,
que aquí estoy yo,
de puntillas,
entre tu pecho y tu latido.
© Pedro Letai
2011
Que bonito...me anuda la garganta
ResponderEliminarVas mejorando , maestro, me ha gustado.
ResponderEliminarMuchas gracias. Adri, que ese nudo te permita seguir sintiendo. Siroco, gracias de verdad por venir tanto a tu casa. Abrazos.
ResponderEliminarBuscando tu último artículo en la revista "El Notario del siglo XXI" para enviárselo a una amiga, me encuentro con tu blog.
ResponderEliminarMuy bueno el artículo, pero este poema es que es precioso, especialmente el final del cuento. Enhorabuena!!
Gracias a tí Pedro por compartir tus sentimientos con nosotros
ResponderEliminarMuchas gracias, Cristina. Siempre mejor la poesía, aunque en el artículo algún verso había también. Bienvenida, besos.
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