Porque las rosas eran rojas e intermitentes,
como las luces de un motel.
Porque cuando tú disparabas
yo corría hacia tus balas.
Porque para aprender
hay que cambiar es que yo
por cómo estás tú.
Porque ahora eres al fin
lo que nunca ibas a ser.
Por eso.
Porque hay cosas que son de verdad
y no hace falta volver a jugárselas
a doble o nada.
Son para siempre, sin más.
Porque cuando hundo mis manos
en ti
nada se rompe
y todo es posible.
Porque, después de perseguirnos,
ahora vamos a huir juntos.
Por eso.
Porque lo aterrador que hemos visto
es lo que nunca volveremos a ver.
Porque Picasso en mi es Dylan y en ti Le Corbusier.
Porque un día entramos en una librería
a envolver un libro que éramos nosotros.
Porque encontraremos las respuestas
más importantes ya de la mano.
Porque es maravilloso que en nuestra ciudad
una calle se llame Juan Ramón Jiménez.
Por eso.
Porque nos queda un mundo entero
que llenar de te acuerdas de aquel día.
Porque tu pintura es otra razón para amarte.
Porque este poema te estaba esperando
mientras te demorabas,
y ahora se escribe solo.
Por eso.
Porque cada mañana a tu lado
Carmen Laforet escribe La insolación
en nuestra cama
y tú y yo nos comemos el mundo
y las bocas, y luego las calles.
Porque quiero pasar
el resto de mi vida
contigo, mi amor.
Por eso,
amor mío.
© Pedro Letai
2011
ohhhhhhhh
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