Siempre he creído
que existen las banderas,
esas que solo la poesía
puede incendiar.
Tú tienes la tuya,
yo tengo la mía.
La nuestra no existe
ni la podrán inventar.
No nos hace falta.
Tú crees en cosas
que yo no creo.
Yo aplaudo libros
que tú no lees.
Vuestra victoria
es a veces mi derrota.
Mis derrotas
tampoco son
las de los dos.
Nos prohibieron tanto,
tantas veces,
que deserté ante
el temor
de que me quedaras
prohibida tú también.
Y, sin embargo,
entre tantas guerras,
nuestros besos
bajo las sábanas
siempre forman
desfiles de banderas blancas.
Así que qué importan
las banderas
si mis sitios
no son más
que tus huellas.
Qué importan los colores
si mi única luz
es el reflejo
de tus pies
en el agua.
Qué importa en fin
lo demás,
si nuestras banderas
nunca ondean
en habitaciones separadas.
© Pedro Letai
2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario