22.9.11

Las plazas están vacías


Contigo se fueron

el frío

y mis lágrimas vencidas.

Llegaste con fuego.


Dejaste una vela

en aquella plaza

que eran todas las plazas,

ventanas entreabiertas

al calor

donde ya nadie

hablaría de nosotros.


Te llevé conmigo

allí donde te pensé.

Soñé con tus labios

a la luz

de Madrid

y de Ámsterdam.

Te escuché

en Santander y en Rota.

Fuiste mis ojos

en cada isla

a la que fui

a naufragar.


Después del verano fatal

tu vela,

aún encendida,

no volvió

a preguntar por mi.

La vida

ya era tarde.


Ahora que te has bebido

mi sombra de cera

muero en los sitios

donde llevé tu recuerdo.

Muero al mismo tiempo

en el amanecer de un Madrid

que es Ámsterdam,

y en el mar de Santander.

Y en la bahía de Rota,

y en el salitre de cada playa.


Al volver

de morir en cinco vidas

vi que

todas las plazas,

a media tarde,

se habían quedado vacías.


En los puertos hoy

el mar se despierta

negro,

y solo

un barco delicado

zarpa a la deriva.


Seguramente,

si lo piensas,

soy yo.

© Pedro Letai

2011

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