Junio. Un hombre al final de algo. Él lo sabe pero quizá ella no.
Julio. Un arrepentimiento y un malentendido que, sin embargo, perdura.
Agosto. Una quietud.
Septiembre. Una coraza que se pierde. Pero eso no te ayuda a llevarlo mejor.
Octubre. Una esposa, una amante y un amor perdido.
Noviembre. Lo evidente, lo preocupante.
Diciembre. Lo descarnado.
Enero. Mojar los labios de algo anestésico. El mayor alivio al que un hombre en proceso de cambio puede aspirar.
Febrero. Un gesto de amigo.
Marzo. Un te quiero adolescente.
Abril. El fracaso de los corazones desbocados.
Mayo. Una actriz porno recogiendo a sus hijas en la parada de la ruta.
Junio. Una hipoteca con ojos de cocodrilo.
Julio. La tecnología estrangulando el romanticismo.
Agosto. Un número jugado y un billete extraviado.
Septiembre. Una canción en italiano y una peli en inglés.
Octubre. Una traición y un invierno frío y con amor.
Noviembre. Una mujer madura y lo sobrio de su sinceridad.
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