Un te puedo pedir
nos invitó
a todo cuanto compartimos
aquel absurdo día gris.
Y te pedí
en la despedida
que me dejaras
en la esquina
y que me llamaras
a tu vuelta,
algún día.
Tú no me pediste nada
pero yo te habría traído
lo que fuera.
La luna de agosto
en una cesta
o la primavera,
envuelta en el amanecer,
para ti.
Te pude pedir
la arena y el ahora,
la brisa y la inocencia
y la vida, la alcoba
para nuestra pena.
La alianza eterna,
la condena.
Te pude pedir
un cielo
que no huyera
del infierno
y te contemplara
sin ley ni peligro
en tus sueños.
Te puedo pedir
cada nuevo día
todo menos el alba,
porque te llevaste
su luz
en tu gesto
y tu mirada.
Te puedo pedir
cada nuevo día
aunque tú,
susurro en mi batalla,
nunca volverás
para pedir a gritos
que los vientos
te hagan mía.
Me puedes pedir
cuanto quieras,
lo podría conseguir.
Me puedes pedir
cuanto quieras,
pero yo sólo quiero
pedirte a ti.
© Pedro Letai
2010
pide no pedir...te saldrá más barato
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