12.11.10

Discos redondos


Aunque parezca mentira cuando los vemos en sus cajas y en nuestras estanterías, casi ninguno de los discos que tenemos en casa es redondo. Un disco redondo no implica ser el disco que tenga las mejores canciones ni las mejores interpretaciones. Un disco redondo es aquél en el que todas las canciones tienen algo y tienen su porqué, y en el que la canción seis es la seis porque para escucharla has de haber viajado antes por las cinco primeras y prepararte para lo que vendrá después. Un disco redondo hace que si te descargas la canción seis sin haber escuchado el resto te pierdas una enorme cantidad de sentidos y de sensaciones. Te pierdes el resto de la historia, el fin de la peli. Y de ahí que haya muy pocos discos redondos y que hayamos empezado a descargarnos únicamente la canción seis. Y de ahí que se haya ido todo al garete.


Empezando por los dos grandes tótems de nuestra música pop-rock, hay que decir que los discos redondos no han sido la especialidad ni de The Beatles ni de The Rolling Stones. Así, los Beatles, que en menos de una década firmaron una producción grandiosa, eran capaz de meterte en un disco un tema como Ob-La-Di, Ob-La-Da, digno de la peor charanga de la peor fiesta del peor pueblo de España. Quizá estuvieron más cerca que nunca de la redondez curiosamente en lo último que grabaron juntos. La cara b de Abbey Road, que no fue su último disco en salir al mercado pero sí el último en grabarse, es una auténtica joya. Escúchenla con fruición. En cuanto a los Stones, rozaron y quizá incluso alcanzaron la redondez en aquellos Sticky fingers, Some girls o Exile on main street, para luego regalarnos décadas de mediocridad y abrasiva mercadotecnia. De hecho, y es siempre una opinión personal, creo que bandas como la Creedence Clearwater Revival, Fletwood Mac o, desde luego, Led Zeppelin y Supertramp han estado mucho más cerca de la redondez que las dos bandas británicas por excelencia. Breakfast in America es un disco redondo.


Incluso a Dylan, grande entre los grandes, se le ha resistido el alcanzar los discos redondos. Algunos de sus mejores trabajos tienen la peculiaridad de empezar por una canción bastante mediocre. Como muestra, adviértase que el inconmensurable The Freewheelin’ se inicia con Blowing in the wind como primer corte, canción que sólo se ha hecho mínimamente fumable gracias a la bonita voz de Joan Baez y a la rubia que la cantaba con una guitarra por toda lencería en la película Forrest Gump. Me atrevería a decir que el disco más redondo de Dylan es la banda sonora de Pat Garrett and Billy the kid, en su mayoría instrumental. Quizá en los discos instrumentales es más fácil atender a cómo fluye una canción tras otra y a su significado como obra conjunta y completa. A simple vista, se me ocurren discos casi redondos de este tipo en gente como Pat Metheny, Larry Carlton o, sin duda, Paco de Lucía o Keith Jarrett.


Suele ocurrir también que en discos grabados en directo encontramos con mayor facilidad discos redondos. Puede que esto se deba a que el artista, al concebirlo como una actuación ante un público a agradar de una sola escucha, trabaje más la selección de temas, el orden de los mismos o la intensidad de la sesión. Además, claro está, de que se puede nutrir de las mejores canciones de su producción para aunarlas en un solo disco en vivo. Eric Clapton ha firmado en directo dos de los discos más redondos que conozco, 24 Nights y el posterior One more rider, one more car. Nirvana tuvo en su Unplugged su mejor disco, a años luz de lo que grabó en estudio. Incluso artistas que no son santo de mi devoción, como Sting, han firmado joyas en vivo como ese All this time grabado en su casa de Italia el fatídico 11-S. Si encima se ve en el DVD la casa del británico, la perfección de la banda que llevaba y que el tipo, siendo bastante infame, ha envejecido endiabladamente bien, a uno se le caen las ligas. Ahí tenemos, de nuevo, un disco redondo.


En el plano nacional también algunos directos de los últimos años han alcanzado para mi la consideración de disco redondo. El Nos sobran los motivos de Joaquín Sabina sin duda lo es y me atrevería a decir que el Sin enchufe de los M-Clan también. De estudio, y aunque me duela en el alma reconocerlo, probablemente el Más de Alejandro Sanz sea de lo más redondo como trabajo que se ha hecho en nuestro país.


Así pues, para terminar y si me lo permiten, dos consejos. La próxima vez que compren un disco, si es que alguna vez lo vuelven a hacer, tengan cuidado al introducirlo en su reproductor. Es muy probable que el disco no sea redondo.


Y si alguna vez necesitan dibujar una circunferencia perfecta sobre un papel cojan un lápiz y el Tapestry, de Carole King. 1971. Es el disco más redondo que conozco. Que lo disfruten.

© Pedro Letai
2010

3 comentarios:

  1. Perdona la intromisión, pero acabo de quedarme de una pieza. He tecleado en google la última entrada que acabo de escribir en mi blog y he llegado al tuyo. Por puro azar, hoy nos ha dado a los dos por escribir sobre lo mismo. Para muestra, un botón:

    http://www.puesamimegusta.com/2010/11/un-disco-redondo.html

    Dado que me parece bastante anómalo, me he visto en la obligación de escribirte estas líneas. La tuya me parece una gran entrada, incluso pasando por alto que te gusten más los Rolling que los Beatles :)

    En cuanto MClan, toda la razón. Y de Sabina, me quedo con Yo, mi, me, contigo, como disco redondo.

    Escucharé Tapestry, por supuesto, aunque sea sólo por lo peculiar de estas casualidades.

    Un saludo y encantada de encontrarte.

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  2. ¡Qué increíble Ana!
    Muchas gracias por visitarme y escribir.
    No sé qué se desprende de este post, pero la verdad es que entre Beatles y Stones me quedo con Beatles... Sólo era una puya al Obladi para darle gracia al asunto. Ambos son grandes, enormes.
    Puesamimegusta tu blog.
    Te mando un beso grande,
    Pedro

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  3. Renunciamos al modo aleatorio, a sus pompas y a sus fastos

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