30.11.11

Solo dos días


Para escuchar si hay algo más frío que el hielo,

para alejar lo oscuro mientras tú duermes por nosotros,

son solo dos días,

quédate.


Para ver a un tigre rendirse agotado,

para ver Venecia naufragar sin resistir,

para que explote el mercurio

y una gaviota mate al fin a un cazador,

son solo dos días,

quédate.


Para que mi ley sea ya solo tu movimiento,

para que el resto de las cosas sean también las que dan igual,

para volar,

son solo dos días,

quédate.


Para ver una primavera con nieve,

para acordarnos de aquel verano en mi calle de Madrid,

para que seas el rastro de mis ojos azules,

para morir,

son solo dos días,

quédate.


Para escribirte un soneto en dos ciudades,

para contarte un cuento,

para que seas mi pasajera en el silencio y la fiesta,

son solo dos días,

quédate.


Para decirte todo esto,

para que sepas que ya solo existo al estar junto a ti.


Día sí y día sí.


Son solo dos días,

para que no te olvides.

© Pedro Letai

2011

22.11.11

Ni más ni menos


La adolescencia es MÁS que una nube pasajera,

el placer es MENOS que la tristeza.


Un libro es MÁS que la gloria o el dolor,

Hemingway es MENOS que Scott Fitzgerald.


La primera vez es MÁS que la soledad,

ser fiel es MENOS que ser libre.


Unos ojos son MÁS que fingir y permitir.


El mar es MENOS que una caricia,

un barco es MÁS que una verdad solitaria.


Palpitar es MENOS que suspirar,

ser amantes es MÁS que morder la vida.


Una tumba es MENOS que cualquier sueño,

vivir la noche es MÁS que morir la primavera.


El deseo es MENOS que septiembre y las estrellas.


Prohibir una amenaza es MÁS que petrificar el hielo,

no me importa es MENOS que cosas del destino.


Las flores son MÁS que coronas derribadas,

las aves son MENOS que unas manos de amor.


El olvido es MÁS que el papel o el sonido,

el recuerdo es MENOS que el viento o el alma.


Un instante es MÁS que un secreto escondido.


Una sombra es MENOS que el pasado,

una isla es MÁS que humedad en la piel.


Una respuesta es MENOS que una pregunta en silencio,

una duda es MÁS que una sala oscura.


Cruzar una puerta es MENOS que el color de un lienzo,

escribir un poema es MÁS que jugar con fuego.


Mi chica es MÁS guapa que Rita Hayworth,

su cuerpo, ni MÁS ni MENOS, mi historia entera.

© Pedro Letai

2011

17.11.11

Cuando entonces


Cuando entonces mires los aires,

y te acuerdes de mi.

Cuando entonces tomes el camino

de siempre.

Cuando entonces veas la luz delgada,

la luz callada,

cuando entonces te sientas escrita

tantas veces y te dé por llorar.

Cuando entonces mi corazón no esté

donde está la verdad,

cuando entonces desde mi soledad sienta

que no supe decirte las cosas.

Cuando entonces los días sean un quejido

y sean, desde lejos, tu nombre.

Cuando entonces las nieblas sean

duras realidades,

el sol una ceguera,

la lluvia un vapor insoportable.

Cuando entonces hayan muerto tu fe

y tu esperanza,

cuando no te hagan sentido.

Cuando entonces nada más puedas hacer,

se acaba otro día, déjate caer dulce.

Cuando entonces el atardecer sea

como un ciego

y nos visite ella, claro,

la tristeza.

Cuando entonces llegue la noche

a tus manos y de ahí a tu olor,

y de ahí a tu aullido.

Cuando entonces ante una tormenta

ya no me encuentres para calmarme

y decirme –será fugaz-,

cuando entonces ya no me encuentres

en los poemas

de Robert Lowell,

cuando entonces ya no me encuentres.

Cuando entonces no puedas más

y necesites amarme

y salir de casa

y salir de todo

hacia un sitio olvidado.

Cuando entonces seas ruido de calle

date la vuelta y dame un beso,

que aquí estoy yo,

de puntillas,

entre tu pecho y tu latido.


© Pedro Letai

2011

11.11.11

Por eso


Porque las rosas eran rojas e intermitentes,

como las luces de un motel.

Porque cuando tú disparabas

yo corría hacia tus balas.

Porque para aprender

hay que cambiar es que yo

por cómo estás tú.

Porque ahora eres al fin

lo que nunca ibas a ser.

Por eso.

Porque hay cosas que son de verdad

y no hace falta volver a jugárselas

a doble o nada.

Son para siempre, sin más.

Porque cuando hundo mis manos

en ti

nada se rompe

y todo es posible.

Porque, después de perseguirnos,

ahora vamos a huir juntos.

Por eso.

Porque lo aterrador que hemos visto

es lo que nunca volveremos a ver.

Porque Picasso en mi es Dylan y en ti Le Corbusier.

Porque un día entramos en una librería

a envolver un libro que éramos nosotros.

Porque encontraremos las respuestas

más importantes ya de la mano.

Porque es maravilloso que en nuestra ciudad

una calle se llame Juan Ramón Jiménez.

Por eso.

Porque nos queda un mundo entero

que llenar de te acuerdas de aquel día.

Porque tu pintura es otra razón para amarte.

Porque este poema te estaba esperando

mientras te demorabas,

y ahora se escribe solo.

Por eso.

Porque cada mañana a tu lado

Carmen Laforet escribe La insolación

en nuestra cama

y tú y yo nos comemos el mundo

y las bocas, y luego las calles.

Porque quiero pasar

el resto de mi vida

contigo, mi amor.

Por eso,

amor mío.

© Pedro Letai

2011

4.11.11

El vividor


Para Felipe Gerdtzen

Hay cosas en la vida que no pueden

ser mentira.

Como un vaso de agua o una fecha

en la portada de un diario.

Como que en mi historia está tu nombre

desde que apareciste para

enseñarme a vivirla.


Me enseñaste que para ser libre

solo había que perseguir la libertad

en el sentido contrario al de las banderas.


Me enseñaste que para ser escritor

solo tenía que escribir y después escribir.


Me enseñaste que para trabajar duro

solo tenía que trabajar duro.


Me enseñaste que el camino no eran

la cocaína y el dinero.

Me enseñaste lo bello de no tener.

Me enseñaste a decirle a mis hermanos pequeños:

esto no va a ser siempre así.

No penséis que la vida es solo esto.


Me enseñaste que para fumar un cigarro

solo había que fumar un cigarro.


Me enseñaste que el amor a una mujer

no son solo palabras. No son solo adjetivos

que detienen una coartada en medio de la noche.


Me enseñaste que cuando viene

la tristeza a apuñalarnos el corazón

hay que agarrar ese cuchillo y hacerlo arma

que abra un poema y una canción entre amigos y tragos.


Me enseñaste también que si te hacen daño,

cuando te traicionan y todos te condenan,

entonces hay que sufrirlo largo y fuerte,

cerrar los ojos y maldecir,

y, de pronto, darle la vuelta a la escalera

y

subir

más

alto

que

nunca

antes.


Me enseñaste que cuando yo pienso en Dylan

tú estás pensando en Elvis.

Que cuando tú dices Pablo Neruda

yo digo Rafael Alberti.

Que cuando tú quieres decir Silvio Rodríguez

yo quiero decir Silvio Rodríguez.


Y así que Santiago de pronto es Madrid

y Providencia es la Castellana

y Vitacura es Recoletos

y la Alameda es el Paseo del Prado.

Y la Moneda es la Moneda.


Me enseñaste a comprender y a dudar.

Me enseñaste a leer a Vicente Huidobro

un año entero, oliendo a palo santo

mientras todos mis versos me querían ya dar por muerto.


Me recogiste de lo más bajo cuando te necesité,

sin yo pedírtelo.

Como el buen barman que llena tu copa

antes de que te des cuenta de que el final acecha.


Cuando nos encontramos, cada dos o tres años

en un aeropuerto de madrugada, el uno tiene sueño

y el otro un equipaje sin lógica,

el uno trae agosto a donde solo cabe febrero,

el otro trae hambre y dolor de espalda.

Entonces me llamas Pedrini y me das un abrazo

y me dices ya sabes que todo esto es porque tú,

cuando joven, quisiste.


Llegamos a casa, te pido una bufanda

y te digo que te invito a desayunar.


Y que me cuentes cómo estás viviendo tu vida.


Y aún así siento que otra vez

me iré sin pagar todo lo que te debo.


© Pedro Letai

2011