4.3.11

I/II


A mi tesis doctoral, fiel y constante compañera (2009-2011)


Recuerdo perfectamente el día que empecé con todo esto, y aquella sensación creciente de que tenía que acabar tarde o temprano con ella, antes de que fuera ella la que acabase conmigo.


Tengo que acabar con ella.


Y la enorme soledad, las largas, eternas tardes. Las partes que no te apetecía escribir, aunque luego llegaba una que sí, como ese viejo disco de Van Morrison en el que la que más te gusta es la cuatro pero que de la uno a la tres se te hace un mundo. Y la vida ahí fuera, ajena a mi, que había perdido ya tantos trenes, hasta que decidí que éste me lo construiría yo entero y, así, decidiría cuándo y desde qué estación partiríamos.


Todo acabará en Navidad, me repetía. Pero luego nunca era en Navidad. Ni en la primera Navidad, ni en la segunda Navidad.


¿Cuánto va a durar esto, muñeca? Esta relación nuestra que poco a poco me consumía mientras tú cada vez tenías mejor aspecto. Y después, cuando todo acabara, ¿sería capaz de olvidarte algún día?


La verdad, aunque ella casi nunca me entendía, en el fondo me hizo mucho bien.


Así que una mañana llegamos al principio del final, donde todo comienza a terminar y por primera vez la vi fuera mío. Dos tomos, mucho más gordos de lo que yo pensé. Demasiado gordos para mi gusto.


Me quedé algo vacío y con la sensación de que jamás podría volver a hacer algo así. No me siento preparado. Demasiadas emociones, demasiaos recuerdos.


Y la dejé por otra.


La dejé por la boca más bonita de Madrid, que no está mal.


Y aquello tampoco fue en Navidad. Fue más bien por Halloween.


Así somos los hombres, no me lo tengas en cuenta. De todos modos, nos seguiremos viendo, no lo dudes. Aún nos queda algún que otro baile juntos.


Gracias, compañera.

© Pedro Letai

2011

1 comentario:

  1. No lo dudes: como dice un colega, la tesis es como el cerdo, que se aprovecha todo.
    Enhorabuena.

    ResponderEliminar