2.9.11

Sobre el asfalto helado de una inmensa ciudad


Sigo escribiendo sobre

los fantasmas de siempre.

No leo en Internet

ni reparo en los escaparates

o las verbenas de verano.

No soy más elegante

ni la ropa me queda mejor,

aunque los camareros

ya no me conozcan,

ahora que Ángel González

ya no está.


Con una tristeza

de la que un mapa

tendría provincias,

ahorcándome en un vaso

de lo contrario sin lo mismo

cada uno de los días

de mi vida.

Viendo cómo todo

convive lejano

o transformado

desde hace algún tiempo,

ahora que Ángel González

ya no está.


No amamos

como cuando éramos amantes.

Luisa ya no es distinta

de las otras chicas,

y tan siquiera

el culo de Merce

es el de aquella playa del Norte,

cuando todos éramos

tan jóvenes.

Nada se parece a nosotros,

ahora que Ángel González

ya no está.


Me siento a la mesa

de la vida

como arena del desierto

sobre el asfalto helado

de una inmensa ciudad.

Extranjero y vacío,

sin nada dulce

que echarme a la boca.

Hecho trizas,

ahora que Ángel González

ya no está.


© Pedro Letai

2011

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por recordar al ángel que dio clor, aroma y vida a la palabra ÁNGEL.

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  2. Gracias a ti por leerlo y por acordarte también de él... Se le echa mucho de menos, sí. Un beso.

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