2.8.10

Sonidos a Beatriz


Es agosto y es lunes, como casi siempre, y pasan pocas cosas. Raúl marcó el domingo, como casi siempre, y también viste a la chica de tu amigo sobándole el culo a otro de los socios, mal asunto. Eso fue en la noche del sábado, donde siempre ocurren cosas raras, tormentas breves y tonterías bañadas en un whisky cada vez más insufrible. En la noche del sábado en la que ya nada huele a nada que no sea tabaco o que dé absolutamente igual. Como las pintadas en los cuartos de baño, que huelen a tabaco y dan igual. Aquello de “Ramos maricón, peazo hijoputa”, “Casti y Ana 2002” o el clásico “647589621 llámame y te la xuparé como una perra”. Chorradas que ni huelen ni duelen pero que están ahí, imperceptibles hasta moletar.

Porque hubo épocas de olores que dolían mucho, pero eso era antes. Y ahora huele a verano y a todo lo demás, que es nada.

Y yo que cuando fuera mayor quería ser un tipo duro de los de verdad, de esos que destrozan corazones y de vez en cuando también la cara de algún idiota aspirante a gallito de barrio. De esos que no bailan, como escribió Mailer, y de esos, desde luego, que no lloran jamás. De esos a los que una ex novia guiri les había compuesto una horrible y cursi canción al desvirgarla a los quince en un pueblo de la costa.

Y resulta que ahora, olvidados los olores y cuando he cruzado el Missisipi y hasta me he comprado el sombrero de segunda mano que siempre busqué, son los sonidos los que no me dejan olvidar. Ahora que ya nada huele resulta que todo suena a aquellos días. Sonidos que suenan a riesgo, sonidos que suenan a soledad y a suciedad, sonidos que suenan a que una vez estuviste donde tenías que estar y la cagaste. A subir a las alturas y descender a lo peor. Sonidos a ella y a todo aquello, al fin y al cabo. Sonidos a su cintura y su pelo largo. El del paso de cebra, con los hombros al aire. El de las pelis de Pacino, el de regar los bonsáis por la mañana con una coleta y el del así no tío, así nunca más.

Y es que aunque todo huela a verano, o incluso a nada, y aunque aspiraras a tipo duro unos años, nunca vas a escapar del sonido de la mujer a la que amas.


© Pedro Letai

2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario