23.7.10

Postal (Mientras tanto)


Madrid, 23 julio 2010


Han pasado ya 24 días, que bien podrían haber sido 24 horas o 24 meses. O 24 años de intensa ausencia. Sin oír tu voz y sin sentir tu cuerpo. Sin dormir por las noches, con miedo a las pesadillas de esas enormes agujas que nos hacían daño y nos enfriaban las venas. 24 días viviendo una vida podrida de dolor.

Me dijiste que algún día volverías y que fuera paciente. Y pensarás, claro, que 24 días no son nada, que aún tienes que resolver tus asuntos y que antes de que me dé cuenta ya estarás aquí. Pero yo me doy cuenta de cada segundo desde que saliste por la puerta y me partiste en dos. Desde ese día cada momento es difícil y es invierno y es oscuro.

Ojalá pudiera olvidarte durante un tiempo, borrarte de mi mente, de mi ser, de mis gestos. De mis millones de recuerdos. Veo tus ojos tristes en aquel hospital, donde casi pierdes la vida y donde yo me enganché a ti. Veo tu cuerpo desnudo y limpio en una noche de verano y veo todo lo que queda entre aquellos momentos, uno tan terrible y el otro tan maravilloso. La dulzura de la heroína y la dulzura de hacerte el amor. La dulzura más absoluta para los dos.

Siento que alguien, supongo que Dios, me dio en su día unas manos, unos ojos, un corazón y un cerebro. Antes me servían para mucho, para todo. Para escribirte, para pasearte, para reírte, para llorarte, para estudiarte, para inventarte. Pero ahora es distinto. Ahora en aquéllas sólo reconozco tu piel, mientras con esos dos venero y admiro tu extraña figura. El corazón es el cofre donde te guardo y con el cerebro trato de imaginar que no vivo una ficción, sino el sueño de volver a encontrarte.

No sé cuánto podré aguantar así, pero te prometo que seré fuerte. Eso sí, he de pedirte algo. Tú, mientras tanto, hasta que vuelvas, cógeme fuerte. Con eso será suficiente.

Cógeme de la mano fuerte y no me sueltes. ¿De acuerdo?

Vuelve pronto. Antes de que sea demasiado tarde.

Siempre tuyo,

PL


© Pedro Letai

2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario