24.5.10

Folies Bergère


A Fito Páez

Focos de neón

sobre la bailarina

del cabaret.

Una electricidad

que se lo llevaba todo

por delante

entre gritos de tipos

con ojos rojos

y corbatas mutantes.


Soñaba con llenar teatros,

con Hamlet

y con dejarse siempre ver.

Ocultaba como nadie

esas marcas en la piel

de tarifas impagadas

y frustraciones contra la ventana.

Tu hombre tampoco vendrá hoy,

no le esperes al amanecer

ni pienses qué más

puedes perder.

Ya pasó la hora de vencer.


Novia de la noche,

mañana él no estará

pero vendrán otros

y bailarás igual,

con la sonrisa dibujada

sin ganas ni carmín.

Mañana no estará

y echarás de menos

su olor a carretera y hollín,

a disparos de ginebra, náuseas

y grasa seca en la guantera.


Me abrió su cajita

de pastillas de colores

en un paseo por las afueras,

sonrió y se echó atrás

al ver que no podía

dejarlo sin más.

Yo ya no la volví a creer

ni a esperar escondido

a la salida

de su bata y su satén

después de bailar,

antes de amanecer.


Supe que

sigue brillando

en la oscuridad

y enamorando

al personal,

y así una vida entera.

El negligée violeta

y la mirada quieta

cuando sacan la cartera.


No pagues con tarjeta

me decía,

te la robarán.

Llévame otra vez

a las afueras

e invítame a cenar,

pediremos otra botella más

y lo pasaremos bien,

te gustará.


Y luego cada tarde

la hora de volver

a la vida de verdad,

de citas sin cena,

de noches sin vela.

Era la estrella, los polvos,

los croupiers, aquel speaker,

señores y señoras

bienvenidos

una noche más

al paraíso terrenal

de las chicas y el festival.

Cuarenta grados

y tres hielos

es el disfraz

de este carnaval.


Paguen con tarjeta,

déjense querer.

Pónganse cómodos

llega ella,

la auténtica reina

del Folies Bergère.

Ya pasó la hora de vencer.

© Pedro Letai

Agosto 2007 y mayo 2010

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