
Mañana Nochevieja por la tarde.
Las parejas en los coches
se buscarán el cuello
y yo me lanzaré a degüello
por otra canción
que alivie
los penúltimos dolores
de mi situación.
Me había despertado
una ración de miedo,
gritándome desde el suelo
hey tú, ponte a currar…
Mirando al techo
soñé a mi chica
aún dormida.
Pensé en nosotros
y en todas esas cosas por mejorar.
Lo veía tan claro.
Antes sabía
lo que tenía que hacer.
Lo controlaba todo.
Antes sabía
lo que tenía que hacer.
Ordenarlo sólo.
Ahora Nochevieja por la tarde.
Los barcos de regreso al puerto
y los que esperan en el aparcamiento
de la estación.
Los que viven en la ciudad,
ahora sí,
han vuelto.
Tus amigas gritan en los bares,
llenas de cables y rencor.
Pero estamos lejos
y no escucho su odio
de envidia y alcohol,
entre las olas y tu piel,
bajo las vistas
de otro amanecer para dos.
Suena tu móvil,
tu gente te reclama.
Nunca me entenderán,
nunca me aguantarán
mientras te alejas con tu luz,
perfecta y azul.
Es tu hora de ir a casa,
quién sabe
cuándo te vuelva a ver
y cuánto tarden en convencerte
de que nunca te haré bien.
Lo veía tan claro.
Antes sabía
lo que tenía que hacer.
Lo controlaba todo.
Antes sabía
lo que tenía que hacer.
Ordenarlo sólo.
Ayer Nochevieja por la tarde,
ya pasó.
Queda el estómago vacío
y las vitrinas llenas
de sueños.
Ya no se puede soportar
la tristeza sin solución
y todo pasa
y las horas juntos
se hacen canción.
Así es mejor,
la última del año,
justo a tiempo para hacer
un poco más de daño.
Justo empezando
donde lo dejamos.
Afuera Año Nuevo.
Todos los tipos
son en blanco y negro
y me miran sonriendo
mientras van ganando tiempo.
Y ya me da igual
lo que piensen los demás.
Yo te quería hasta el final,
pero para mi también
es hora de volver
a casa ya.
Lo veía tan claro.
Antes sabía
lo que tenía que hacer.
Lo controlaba todo.
Antes sabía
lo que tenía que hacer.
Ordenarlo sólo.
© Pedro Letai
2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario