31.5.10

Sucio Bulevar




Pedro vive en el Wilshire Hotel.

Mira por la ventana sin vidrios,

las paredes son de cartón y los periódicos

se amontonan a sus pies.

Su padre le sacude a diario,

pero él está demasiado cansado

para salir a mendigar.


Tiene nueve hermanos y hermanas,

criados en sus maltrechas piernas.

Es duro correr cuando te ha destrozado

lo muslos

una maldita percha.

Pedro sueña con ser mayor

y matar al viejo,

pero es algo muy remoto,

así que, una vez más, se irá al bulevar.


Acabará en el Sucio Bulevar,

hacia allí sale, hacia el Sucio Bulevar.

Allí baja, al Sucio Bulevar.


La habitación cuesta dos mil pavos al mes,

puedes creerlo tío, es así.

Por allí habrá un terrateniente riendo

hasta hacerse pis,

mientras aquí nadie sueña con ser un abogado

o un doctor o algo.

Sólo se sueña con trapichear

en el Sucio Bulevar.


Tráeme tu hambre, tu cansancio, tu pobreza,

me mearé sobre ellas.

Eso es lo que dice

la Estatua de la Intolerancia.

Vosotros, pobres masas oprimidas,

os aporrearemos hasta la muerte

y acabaréis en el vertedero

del Sucio Bulevar.


Acabará en el Sucio Bulevar,

hacia allí sale, hacia el Sucio Bulevar.

Allí baja, al Sucio Bulevar.


Afuera la noche es clara,

hay una ópera en el Linclon Center

y las estrellas de cine llegan con sus limusinas,

luces brillantes sobre Manhattan

y oscuridad

en las calles mezquinas.


Un niño en el túnel Lincoln

vende rosas de plástico a un pavo.

El tráfico en la 39 gira al contrario

y las putas llaman a los polis

para pasar un buen rato.


De vuelta en el Wilshire

Pedro entra en sus sueños.

Ha encontrado un libro de magia

en un contenedor

y mira fijamente las fotos,

luego al techo y piensa

cuando cuente tres, desapareceré.


Desapareceré y volaré, volaré muy lejos,

lejos de este Sucio Bulevar.

Quiero volar muy lejos

de este Sucio Bulevar.

© Lou Reed y Pedro Letai

2010

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