10.5.10

Vestida de metal


Un huracán de metal

para la noche del lunes

en el Central.

Y entonces un grito agudo

de golondrina que trata de escapar

a otra celebración,

a otra cita

con la odiosa perfección.

Me habría quedado

para siempre

disfrutando de aquella explosión,

dorada y agotadora

como tu pelo

y tu charleston.


De dónde sales,

pienso.

A qué tormentas,

a qué mareas

te enfrentas.

Te has tenido que ir

muy lejos

de todo

para darte cuenta.


Me hurgaste dentro

sin anestesia

y sin dolor.

Con la dulzura

del salitre y el calor,

hasta que nada dolía

y me cambiaste

por completo

el paso

y la respiración.


Haciendo el amor

a tu saxo

en medio de toda aquella contención

buscaste en tus recuerdos

esos besos

que antes prendían la luz,

la pasión.

Encendiste mi barrio

donde hacía tiempo

los plomos se habían fundido.

Como una Diosa del viento,

viento que te arrancó el vestido

en aquella actuación.


Viento que te sacó de mi

y te encerró en mis sueños

más descarados.

Sueños para correr

nuestros riesgos favoritos,

nuestros riesgos calculados.

Riesgos para perder la cuenta

y devolverte a ti, mi artista,

a aquella marea que habitas,

a aquella metálica tormenta.

No sin antes robarte un bis

y llevarte a una playa

donde ser yo tu viento,

tus aplausos,

tu mar y tu muerte.

Tu belleza de metal recubierta.


© Pedro Letai

2010

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