22.6.10

La chica del disco rojo



Perdido en una ciudad

entre tranvías y deseos

llegó la madrugada

y luego otra mañana más,

en la que perderse detrás del mar

esperando que el sol no te encuentre,

esperando que el dolor no despierte.



Así he pasado las horas,

los días, los meses.

Buscando un sello

que envíe una postal

de amor.

Tratando de encontrar dónde recuperar

parte del tiempo perdido,

tratando de alargar lo posible

el penúltimo recorrido.


Las calles se dibujan estrechas

a mi espalda

y el asfalto arde bajo tus pies,

lejos de aquí.

Nunca imagino un nombre de mujer

al que pueda querer.

Nunca encuentro nada que hacer,

salvo recordar, tal vez.

Recordar quién eras

y dónde estabas

cuando te dejé allí dormida,

aquella mañana,

bajo una sábana que

olía a despedida.


Demasiado pronto,

demasiado tiempo.

El correo no llega,

los teléfonos no suenan.

Estoy en otro callejón agotador,

a millas de aquel salón

de corbatas, sin nada alrededor.

Suena una melodía inconfundible

que me lleva otra vez allí.

El cigarro se acaba,

sonrío sin mirar.

Sólo es un disco rojo,

sólo es una chica a cientos de kilómetros.

Aún puedes viajar.

© Pedro Letai

2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario