
Mi voz te desea
en vena.
Mi soledad se puebla
y ya no eres tú,
ya no es ayer,
reciente rubia.
Todo queda atrás
y comprendo que he vivido
de más.
De más y para eso hay que morir
mucho.
Y romperse los puños
y extrañarte
y sufrir
y llorar
y querer.
Comprendo que te he vivido
de principio a fin.
Agazapado, esperando
que mi corazón
sea tu nido
de naranja y limón,
mordiendo esperanzas
y acariciando sombras pasadas,
amores completos.
Te recogeré cuando salgas,
seré paciente, obstinado,
inconsistente.
Y todo lo que tú quieras
para cogerte de la mano
y, sin tú buscarlo, verte.
Aquello quizá
hubiese sido posible.
Cuatro hielos
durmiendo en ginebra
y nosotros y la lluvia
y los fantasmas.
Aquello.
© Pedro Letai
2010
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