Hace un tiempo que estás ahí,
ahora un mes
rozando en la noche
tus pies,
que son compás
sobre el aire
y abandonan tu cuerpo
y duermen conmigo
una noche cualquiera
en algún lugar,
mordiendo una resaca
que no duele ya
pero está ahí.
Que no es estética, ni suave,
sino histeria descalza e historia
de lo nuestro
y del pasado
y de todo lo de antes.
Y pienso que ya está bien
y que no quiero
que te duela nada,
ni que nos apuntemos,
ni siquiera que tengamos armas.
Que se acaben las guerras,
suficientes, cansadas.
Volvamos pronto
y hagamos el amor
sin obligar a los labios
a desear amanecer ausentes,
amantes del acecho,
testigos de malos momentos.
Tus párpados,
siempre abiertos.
Yo los veo
porque cuando llegan
estoy contigo
y estoy despierto.
Y tienen miedo,
porque vienen de la vida
y de las experiencias
y del combate.
Pero yo quiero que entiendan,
tranquilos, seguros,
mis abrazos cayendo a tu amor,
cerrando tus cicatrices,
inventando una vida
por delante.
Déjate hacer, al principio un mes.
Déjate ver a mi lado,
donde se esconde un viaje,
unos poemas,
unos gin tonics,
la Nacional IV.
Donde antes habitaban los bares,
las sábanas, los cuerpos fáciles,
el desgarro.
Donde ahora hay sitio para dos,
donde te puedes quedar.
Donde se te espera sin ascensor
en un cuarto.
Donde tu boca me tiene a mi
y a tus pies les dibujaré
cada mañana,
cuando los sienta fríos,
unos calientes zapatos.
© Pedro Letai
2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario