13.10.10

Kierkegaard


Para la amiga, en la distancia. Doce horas de vuelo.


Habitas caminos estrechos,

formas incómodas.

La noche te llama

en su mitad

para recordarte

de dónde vienes

y a dónde no vas.

Y es ahí donde

has de reaccionar,

amiga.

Donde tu estrella porteña

ha de volver a brillar.


A mi la vida

ya sólo me habla

de música

donde antes me hablaba

de amor.

Y mi vida soy yo

y es música dulce

que luego nunca

me deja bailar

con aquella chica

de maneras tristes,

irresistibles, provocadoras,

perdidas.


Clava con tus ojos

las mentiras en las nubes,

para siempre

pasajeras, frescas,

suaves, descalzas.

Trabaja con ahínco

la costumbre, tu armonía.

Madura al sol

tu juventud

que lenta se te va

y ciérrale la puerta

por un tiempo más.

No lo permitas.


No hagas como yo

y sigue escuchando el amor,

amiga,

busca el nuevo día,

las salidas invisibles,

la quietud contenida.

La música me acompaña

pero no me salva del peligro

ni del adiós,

no te engañes.


No tengo con quién bailarla.


Ya no tengo ley,

ya no tengo son,

ya no tengo a Dios.


No te empeñes en sufrir,

porque se apagará tu canción.


Y tu canción está escrita,

amiga.

Y tu canción habla de amor.

© Pedro Letai

2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario