4.10.10

Vacío absoluto/Absolut vacío


Se tensa demasiado el arco en esta tierra indomable de amplio dolor. El más triste de los telegramas me desvela y cae en mis manos previsible como lo es el péndulo muerto. Tu olor por todas partes, de nada se apropia uno por accidente. No es ésta una obsesión menor, sino una obsesión distinta porque, en realidad, no llegaste nunca.


Te escribo porque así te limito y te nombro. En voz alta no puedo, no estás. Pero lo real cuando escribo es lo que escribo. Y ahí sí estás y me sigues cogiendo de la mano. Luego te vas.


Qué pensará de mí un tren de verdad, yo que no soy más que tren en miniatura desde tu absurda fuga por la puerta de atrás. Aquello me arruinó demasiado joven y me hizo volverme impreciso, volátil. Me gustaría estar en algún lugar por un tiempo largo. Como Kerouac. En la carretera, para siempre. O de putas, soñando contigo en los lavabos. Unamuno también iba de putas, y no pasaba nada.


El amor engaña, el rencor confunde y me pierdo. Mi centro de gravedad es otro. ¿Pero cuál? Se enciende la radio a las 8 en punto y parece como si Madrid arrancara otra vez, como si hubiera estado durmiendo y nos esperara. Qué ingenuo, qué absurdo. Madrid nunca para ni parará. Y por ahí andarás tú, peligrosamente cerca.


Decidí decidirme por ti, pero no tuve en cuenta que en tu vida llovía en ese momento. Y si la lluvia es parte de la historia lloverá siempre, en un vacío absoluto.


Al fin y al cabo, no todas las historias de amor son iguales. O sí. Como los hombres, como los ratones. Como ese Dios desconocido.


Ahora a olvidar. Hay que encontrar esa calle antes de que, como otras veces, veamos demasiado.

© Pedro Letai

2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario