5.10.10

Un día en la vida, huir

A Michi Panero


Hora de recapitular. Debería haber dicho que no en el mismo altar. Pero ahí comenzó mi fracaso. Eterno fracaso.

Desde entonces, todo devastado. Por las drogas, el alcohol y, sobre todo, el desamor. Llevándose por delante todas las ilusiones, las enormes ilusiones y la juventud, que ya no es tal porque es fugaz. Y dan igual las generaciones, que venimos y vamos. Al final, todo devastado.


Así que un día en la vida, llámale otoño, toca recapitular. Te despiertas solo en una casa que son rincones y recuerdos, también con algunos muebles y cada vez más vinilos, que giran a 33 revoluciones por minuto en medio de mi vida inmóvil, que no es plato de nadie.


Mi amigo consiguió aquel curro, al fin. Se lo merece. El resto de lo que estaba escrito, nada. Ni bajista en Supertramp ni nada. La última bala en su cañón no era yo, pero, al menos, estaba dedicada a mi. Directa al corazón. Un detalle. El otro amigo, derruido. Y me habla de sus domingos por la tarde, en los que muere en un enorme cenicero, y de su ex chica, tan buena, que siempre estuvo a lo que él quería. Luego lo de siempre, casarse y tener niños, varios. Y él que se planta y se va todo a la mierda, incluida su dignidad, incluido su amor propio.


Y otro amigo que se divorcia por segunda vez de una también amiga, adorada. Y dos niños. La pensión, la mudanza. Los niños, las visitas, los veraneos con la insoportable suegra. Hinchapelotas. Lo conozco. Yo no me supe plantar a tiempo. Heridas para siempre, no lo dudes.


Los periódicos, con chavales que esconden posgrados en sus currícula porque con tanta formación quién va a contratarles. En mi ordenador una tesis que va ya por las 325 páginas. Quizá cuando llegue a las 526 y escriba “Fin” tenga que borrarla entera o quedármela para mi, como Van Gogh, porque si alguien se entera jamás vuelva a encontrar trabajo.


Y dan ganas de volver a leer a Juan Ramón y su Platero, pequeño, peludo y suave. Pero no por leerlo otra vez, que para eso están los ‘Cien años de soledad’, sino para volver a estar en 1º de BUP y que los problemas sean el examen de Natus, el partido del domingo, conseguir entradas para la fiesta del viernes y besar con lengua a la chica de 2º A, si se deja, porque con lengua es fuerte pero puntúa doble.


O dan ganas de irse a Chivita Bequia, o de ser legionario en el Congo belga, o paraca, o torturador en Argelia, o cura protestante. O de escribir una revista sobre la locura con una novia de San Sebastián. O de bajar al bar y comerse cuarenta y cinco mil chipirones y luego manchurrearse entero de salsa de calamar.


Un día en la vida, que es ésta para todos, dan ganas de hacer cono ella y huir. Tan fácil.


La botella se acabó sin ella. Huyó muy lejos.


© Pedro Letai

2010


3 comentarios:

  1. Cachis en la mar, no me va a quedar más remedio que ponerte en la lista de marcadores...

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  2. Oiga eso sí que sería un honor de los grandes...

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